Acaso sabe Dios, de otoños eternos?
de la sombra que deja una palabra sin decir?
Oh! Soledad la de los vivos
que merodean mármoles grabados
y escriben cartas, que nadie ha de leer.
Hoja que se mece sobre el estanque
tratando de beber algún suspiro
pálida como un lirio pálido
fría como el último beso.
Llena de ausencia camino
por los recónditos aromas del olvido
como un niño que no crece, marchita.
De rodillas ante tremendo silencio
dadme una señal, amigo
desde el mustio rostro de lo imposible.
Rita Mercedes Chio
Rita Mercedes Chio