viernes, 29 de mayo de 2015

SILVESTRE - POEMA



Flor, suspiro de vida
que nace en la grieta
de un muro roto.
Asomas tu inocencia
esclavizada por los vientos
y soles robados.

Vibras o tiemblas?
Pequeña flor blanquecina,
con algunos pétalos menos
sonriendo a tu manera
como el de quien nace
a pesar de todo.

Acaso Dios se equivocó contigo?
O nos está diciendo
en uno de sus tantos idiomas,
que somos una semilla más
de su generoso granero.

Cuerpos dispersos por los desiertos,
los valles, las montañas
y almas atrapadas
entre las rejas de los prejuicios,
la indiferencia,
las manos del opresor,
la libertad coartada.

Pequeña flor…
nadie elige su cuna.
Nadie decide cuando la tormenta
asomará en los silencios putrefactos
de las gargantas temerosas.

Nadie detiene el tiempo,
los momentos de gloria,
la desdicha, la serenidad
de los sepulcros,
la algarabía de una casa con niños.

Flor silvestre…
como criatura de la calle.
Deslucida para los ojos peregrinos.
La mariposa aún no ha visto tus colores
y es aquí donde comprendo. 

Voy personalmente 
en busca de mi alma,
que seguro reposa
en la dócil gota
que desvanece alguna sed pasajera.

Ambas regresamos a ti,
con tierra fértil, con una vasija amplia
y cómoda para tus sueños
de margarita extraviada. 

Imagino que sonríes,
imagino que desconocías
tu breve estadía
en este mundo roto donde fuiste a caer.

Roto por el hombre, por mí,
por la desidia, el orgullo, la avaricia.
Dios no se equivocó contigo…
Él ha sembrado ternura en mi jardín.

Pequeña flor…
Siendo tan frágil y menuda,
me has enseñado
simplemente, a vivir.




Rita Mercedes Chio