Sigue mi perfume. Comienza por las tibias violetas de mi cuello, baja lento, entreabre la puerta de tu boca y ahora detente. Quiero ver como despiertan los médanos de mi pecho. A qué saben? Cierra tus ojos y dime…Son acaso como los imaginabas?
Sigue mi perfume. Sostén mi cintura en lo alto y vuelve a cotejar el mapa dibujado en mi vientre. Ya lo sabes, te acercas a un monte de manzanas verdes. Fragancia de mujer, sabor a mar, fruta madura que espera y se niega a caer.
Sigue mi perfume. Otra vez las violetas en mis muslos. Tímidas y ocultas floreciendo en la comisura de tus labios.
Regresa a mis besos, te lo suplico…Silencia los gemidos del hambre y la sed. Que nuestros cuerpos se asemejen a dos manos unidas en oración y no repares un solo instante en morder mi fruta. Entra en el paraíso cuantas veces quieras. Ya no le temo al destierro.
Ahora eres tu quien huele a violetas, manzanas y mar.
Rita Mercedes Chio