jueves, 16 de abril de 2015

CUERPO DE MUJER 2





ERÓTICA - CUERPO DE MUJER





"AZUL" - POEMA Y VÍDEO




Azul la nube de invierno,
la mariposa nocturna
la noche sobre la nieve
y el color del frío.
Azul como todo aquello
que se traga el horizonte
como el ave de las siestas
como el llanto de los cristales rotos.

Azul…
Tan azul como un suspiro
rodando por mi enagua
como una pregunta muda
y el temor al desamparo.

Azul como mi sombra entre tus manos
tan azul como las mejillas del amanecer
y aquel poema escrito en la arena
con la huella de tus pasos

Azul, en lo más profundo de tus ojos
cuando, con miradas azules,
soltaste mi mano una vez más…
Lirio descarriado entre tanta blancura
hasta el adiós tiene color y textura.
Azul, maquillando el dorso de la luna
mi ropa, mis manos y hasta la cordura.


Azul la risa de la gente y mi ventana rota
azul, la silueta de la haya sin hojas en el cielo
la boca del asombro y mis ojos buscando
el azul de tu pelo a la hora del amor
el espacio vacío del jardín
y tu risa azul sobre la mesa y el mármol.

Azul…
En mis alas, en mi boca
en todo aquello hayas besado alguna vez
o en las rejas invisibles de la locura.
Por siempre, Azul.




Rita Mercedes Chio

UN HOMBRE SOLO: Gian Franco Pagliaro - Tributo

               
                 Imágenes de Vídeo: Rita Mercedes Chio    

                 

"LA NOVIA" - CUENTO DE SUSPENSO



Se siente agradable la delicadeza con que, las manos de mi madre, desliza el blanco vestido de boda, desde mis pies hasta mis pequeños pechos. Revive cada volado en cada uno de sus pliegues, acaricia la seda con ademanes descendentes y suspira. No siento que ciña mi cintura como en días anteriores, es más, el cierre relámpago emitió un breve sonido, como cuando abrimos un pequeño bolso de mano.

Demasiado silencio en este anochecer de enero, escasa luz en el interior del recinto y la única ventana de mi habitación, abierta de par en par al paisaje oscuro de la campiña. Allí a lo lejos, las primeras luciérnagas por arriba y por debajo de un rosado horizonte, labios de un día que acaban callando melodías cotidianas, sonidos de vida y aroma a jardines recién regados.

La lamparilla del techo, más amarilla que nunca, no deja lucir la blancura de las sedas, los encajes bordados, las perlas diminutas del rosario que acaban de poner entre mis dedos. Nadie parece feliz. Nadie entra a ver la novia en su momento más esperado. Desde una lejanía sórdida, el murmullo de cajas con fósforos, raspando la noche, buscando pabilos vírgenes, agigantan las sombras en las húmedas paredes y las hacen danzar entre humo y el olor penetrante de la cera. Han quitado el espejo…han quitado las viejas muñecas, la cajita de música y el caballo de madera donde cabalgaba la infancia. Se inclina mi madre y viste mis pies con una ternura desgarrante.

Ingresan dos señores de traje negro, serios, solemnes y hacen adustas señas para desalojar el espacio. Toman a mi madre por los hombros, ella se resiste, la trasladan hablándole al oído y veo su brazo extendido hacia mí, desapareciendo entre otros brazos, caricias extrañas, rostros amargos.

Las luciérnagas, ahora más brillantes que nunca y la última mariposa de la noche, se acercan a ver como ocultan mi elegancia debajo de finas mortajas, flores silvestres, la luz ocre de los candelabros y el hedor inconfundible de los crisantemos ajados y sedientos sobre mi pecho delgado. Tengo los ojos cerrados…El agua bendita moja mi frente, pasea por mis pestañas y cae hasta mi cuello, en forma de lágrimas. Sé que estoy bonita. Bonita para siempre…




Rita Mercedes Chio
Argentina

EL PEQUEÑO DEMONIO QUE HAY EN MÍ...





AMO EL CINE Y TU? - VÍDEO = CINEMA


                                                                   
                                                            

TUS FORMAS - POEMA VÍDEO ERÓTICO.


                                                                 

BOSQUE VIRTUAL - Prosa poética y vídeo



Sobre la huella de mis pasos, pequeñas semillas prometen ser retoño, árbol, flor o espiga que alimente un canto nuevo, aquella esperanza que necesita del armonioso conjuro de corazones limpios. Algunas serán flor de un día, las más etéreas, las menos seguras. Algunas, enredaderas aguerridas sobre el dorso de la vida, multiplicando la savia, conteniendo el vital rocío de los suspiros que se pierden en el bosque. Camino bajo el cerrado aliento de duendes diurnos, en el filo de un poema que no me atrevo a firmar, en aquella huella que dejó una patética caricia cibernética. Más, sigo con la siembra. La misión de estar vivo, en una marañosa ruta de verdades y mentiras. Trigo para el cuerpo, orquídeas para el alma. 


Cruz abandonada luego de mil promesas, sigue siendo cruz ante la mirada divina. Y el pájaro más esquivo, trina sin discutir su destino, sabe que es en el camino, donde se pare la vida.
Zetas de colores a los pies de la haya. Seductoras, peligrosas… como la curva más cerrada de un ave ciego, buscando aquel rayo de luz, que puja por entrar en corazones acorazados. 

Cervatillo que no puede distraerse. Una abeja regresa soñando que nadie le robará su miel. La paloma lejos del nido, embucha para dos crías, olvidándose de sí. Y la muerte graba sus iniciales sobre el mismo tallo, que florece inocente endulzando la brisa, un día cualquiera.

Sobre la huella de mis pasos, las perlas saladas de mis ojos, un puñado de letras, los colores de tu pintura, un extraño ramillete de blancas violetas.



De: Rita Mercedes Chio Isoird