A la memoria de Sor Juana Inés de la Cruz
No apuréis la flor, pequeño cerezo
Triste en primavera, florece el otoño
El cielo no sabe del último beso
Ni escribe poemas sobre los retoños.
Hogueras ardientes, quemando la peste
Su ropa, harapos, cuadernos y sueños
Nadie acarició sus manos y su frente
Silvestre paloma, sin nido y sin dueño.
No apuréis la flor, pequeño cerezo
Esperad a que Juana regrese en poema
Abril diecisiete, plegarias y rezos
Su alma florece, valiente y eterna.
Dejad que el trigal la acune en silencio
Acuarela gris de amores prohibidos
Su aroma se esparce como un lamento
En la seca tinta de letras y olvidos.
Rita M Chio
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