Tributo a Sor Juana Inés de la Cruz
Miradme señora mía
Veis el temblor de mis manos?
Ellas sacuden cual mariposas
Los restos de mil pecados.
Esparcen un ruego de piedad
Ajeno a todo entendimiento
Ni el viento y la bruma, podrán
Con tan preciado sentimiento.
Llegad a mí sus aromas
Vuestros ojos en mis labios
Oh señor de mis dolores…
Cuanto pesa el blanco atavío.
Tenéis mis sueños y silencios
Que comprendéis amiga mía
Haz con ellos el secreto
De una ruta sin salida.
Rezad por este infinito amor
Que se enreda en vuestra falda
Y si besáis mi boca en flor
Orad antes de besarla.
La cruz que aquí me acompaña
La pluma y el candelabro
Entre sombras se enmarañan
Pudorosos en el abrazo.
Amada Reina mía
Agua fresca de montaña
Habéis regado complaciente
El blanco lirio de mis entrañas.
Llevadme hasta vuestro pecho
Acariciadme sin las manos
Mañana sumiré mi arrogancia
En penitente desgarro.
Rita Mercedes Chio
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