Azul la nube de invierno,
la mariposa nocturna
la noche sobre la nieve
y el color del frío.
Azul como todo aquello
que se traga el horizonte
como el ave de las siestas
como el llanto de los cristales rotos.
Azul…
Tan azul como un suspiro
rodando por mi enagua
como una pregunta muda
y el temor al desamparo.
Azul como mi sombra entre tus manos
tan azul como las mejillas del amanecer
y aquel poema escrito en la arena
con la huella de tus pasos
Azul, en lo más profundo de tus ojos
cuando, con miradas azules,
soltaste mi mano una vez más…
Lirio descarriado entre tanta blancura
hasta el adiós tiene color y textura.
Azul, maquillando el dorso de la luna
mi ropa, mis manos y hasta la cordura.
Azul la risa de la gente y mi ventana rota
azul, la silueta de la haya sin hojas en el cielo
la boca del asombro y mis ojos buscando
el azul de tu pelo a la hora del amor
el espacio vacío del jardín
y tu risa azul sobre la mesa y el mármol.
Azul…
En mis alas, en mi boca
en todo aquello hayas besado alguna vez
o en las rejas invisibles de la locura.
Por siempre, Azul.
Rita Mercedes Chio
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